
<<Entrevistamos a Celia Santos, tras la publicación de su nueva novela «El País del atardecer Dorado». Además, Celia durante siete años dirigió la sección de recomendaciones literarias en Tele Taxi TV, así como la web literaria Más que palabras. Tras cursar estudios de narrativa en el Ateneo de Barcelona, ha escrito numerosos relatos y cuentos, en su mayoría dirigidos a un público infantil y juvenil. Su primera novela para adultos, La maleta de Ana, basada en la historia de las mujeres españolas que emigraron a Alemania a trabajar en los años sesenta y setenta, cultivó un gran éxito. Más rápida que la vida es su nueva novela, en ella narra la historia de Dorothy Levitt una mujer que rompió con todos los prejuicios de la época.>>
¿Quién es Celia Santos para quien no conoce tu proyecto?
Celia: Bueno, pues Celia es una escritora que publicó su primera novela en 2018 y mi primer libro en 2011, que fue un álbum infantil ilustrado. En 2013 publiqué el segundo. Y, en 2018, empecé con mi primera novela en “La Maleta de Ana”. Un año y medio después publiqué una novela basada en la vida de una mujer que existió, que se llamaba Dorothy Levitt, que fue la primera piloto de carreras de coches del Reino Unido, ambientada a principios del siglo 20. Y después, hace 2 años, publiqué «La Niña de Rusia», que es la historia de mi vecina Teresa Alonso, que cumplirá 100 años en el mes de marzo.
Y que es una niña de Rusia, una de las niñas que mandaron a la Unión Soviética, los republicanos para poner hacer la segunda guerra. Y una mujer que, bueno, pues que una estancia que iba a ser para unos meses se convirtió en 20 años, que salió de una guerra de aquí. Y al llegar allí, a los 3 años, se encontró con la Segunda Guerra Mundial, vivió el cerco Belgrado, en fin, una serie de circunstancias de una vida que, como se suele decir, bien valió una novela, Por último, y más reciente, “El País del Atardecer Dorado”, que volviendo un poco a la temática parecida a la de mi primera novela, la maleta de Ana, pues ahondo en el tema de la emigración de españolas a otros países.
Comenzaste con tu primera novela “Más Rápida que la Vida” ¿Qué recuerdos guardas de esta historia?
Celia: No, no. “Más rápida que la vida”, es mi segunda novela. Mi primer libro ilustrado se llama “El faro de los corazones extraviados” y el segundo es “Indie, una moto de cuento”. Qué son los dos únicos álbumes ilustrados que tengo, el resto son novelas.
¿Qué recuerdos guardas de esos inicios?
Celia: Bueno, pues a ver, siempre digo lo mismo: yo podré escribir novelas mejores, de más calidad, que tengan más éxito, que se vendan mucho más. Pero como el primer libro, ese siempre es especial, ese siempre está en el corazón y siempre le tienes un cariño especial. Además, fue un libro que tuvo muchísima acogida y muy buena, que todavía se sigue vendiendo, 13 años después. Precisamente ahora hace 13 años que se publicó y todavía sigue estando en las librerías y aún me siguen llegando reseñas. Entonces, es un libro que siempre lo recordaré, con un poquito más de cariño que los demás.

Ahora has publicado “El País del atardecer dorado” ¿Desde cuándo llevas gestando esta novela?
Celia: Pues mira, “El País del atardecer dorado”, me llegó justo un poquito después de terminar la anterior, que fue la niña de Rusia. La niña de Rusia es una novela que, emocionalmente me dejó bastante tocada porque sabes que todo lo que estás contando y todo lo que te está contando es la persona que tienes al lado, que es la protagonista de tu novela. Todo es verdad, todo es cierto, todo lo que vivió. Y créeme que hay momentos en los que tuve que parar la grabadora porque era insoportable. Entonces, me tomé unas semanas de relax y leyendo el periódico, encontré un artículo que hablaba del avión de las novias, que era ese avión que llevaba a estas mujeres, a principios de los 60, a Australia. Y ahí es como comienzo a investigar y, ya según iba buscando, ya se iba formando la historia en mi cabeza. Entonces, ya es cuando dije esto, hay que escribirlo.
La mal llamada operación Marta…
Celia: La mal llamada operación Marta, exactamente sí que fueron varios aviones con mujeres que llevaron desde España, Italia, Grecia, la antigua Yugoslavia, Hungría, alguna de Portugal…
¿Has podido hablar con alguna persona que estuvo en la operación Marta?
Celia: He podido hablar con los hijos de algunas de ellas, pero bueno, están como muy desconectados, ¿no? Algunos sí que tienen consciencia y sí que conocen la historia y sí que saben un poquito más de qué trataba todo esto. Pero la mayoría están un poco más desconectados porque ya han nacido allí, otros no, otros eran pequeñitos o pequeñitas cuando se fueron a Australia. Y ya la cultura y el devenir de la vida ya les han hecho desconectar un poquito con los motivos por los cuales sus madres se fueron a hasta el fin del mundo.
«Leyendo el periódico, encontré un artículo que hablaba del avión de las novias, que era ese avión que llevaba a estas mujeres, a principios de los 60, a Australia. Y ahí es como comienzo a investigar y, ya según iba buscando, ya se iba formando la historia en mi cabeza.»
Últimamente, no se hablaba de esa operación…
Celia: No, ni últimamente, ni primeramente, no se ha hablado. No se ha hablado nunca de esta operación. Es algo que se desconoce. Es una operación que tiene un punto de crueldad que me parece que se debe conocer. Se tiene que conocer y la gente lo tiene que saber, por qué sí, viendo el anuncio que se ponía en el periódico, que era para ofrecer puestos de trabajo, para una oportunidad de negocio única, para cobrar mucho más de lo que se cobraba en España.
El fin, el verdadero fin que iba soterrando, era el de que se casaran allí con otros trabajadores españoles o no, normalmente españoles, porque bueno, pues por afinidad y por paisanaje, eran de crear familias allí y tuvieran muchos hijos y que repoblasen el país. Ya que los dirigentes querían un Australia blanca, querían que la Australia fuese repoblada, pero por blancos, a los aborígenes, a los nativos, y a los australianos, de verdad los tenían en reservas y los tenían apartados porque no era bonito, aunque el racismo siempre ha existido.
Has centrado la historia porque así lo requiere entre 1961 y 1963, pero en la época de la guerra civil también se iban de España, para ganar dinero…
Celia: En la guerra civil no fue en la misma época, que los años 50, 60 y 70 no fue la guerra civil. En la guerra civil la gente se exiliaba, como se exilia ahora muchísima gente de países que están en guerra, como puede ser Costa de Marfil, Siria o cómo pueden ser muchos países de los que la gente sale. La gente no viene a quitarnos el trabajo, ni el dinero, ni a robar, porque la gente sale de su país huyendo de la guerra. Lo mismo que los españoles durante la guerra salieron huyendo de la guerra cuando la gente se iba a Europa, a Francia, a Suiza, a Alemania. Sin embargo, a finales de los años 50, 60 y 70, cuando vivíamos en una dictadura donde en los años 50 y 60 había hambruna en España, que eso la gente tampoco lo sabe. O sea, no nos confundamos. Eso fue en pleno franquismo, en el momento más floreciente del franquismo, donde mucha gente, sobre todo de zonas rurales, tuvo que salir. De eso trata mi primera novela de los españoles, pero sobre todo españolas, que son las protagonistas de mis novelas. Salieron de España para poder mantener a sus familias y eso no fue en la guerra civil sino en el exilio, que eso fue en otro tiempo.
A lo que me quería referir es que durante ese tiempo, los que se fueron también, podrían haber vivido algo similar a la operación Marta…
Celia: Es diferente. A lo que te refieres de los que se fueron a Alemania, Francia, era diferente. Primero por la proximidad, aunque, para ellos era un mundo, porque desde España hasta Alemania no se sabía dónde estaba ubicado en el mapa. Sin embargo, el objetivo era muy diferente porque los que se iban a Alemania, Francia, Suiza, que eran muchísimos españoles, que se fueron, eran porque le interesaba al gobierno. Primero era un español que pensaba, segundo un español menos que estaba en paro y que había de alguna manera que tener en cuenta, ¿no? Tercero, porque desde los países donde estaban, en Alemania, en Francia, en Suiza, estaban mandando dinero, están mandando divisas a España, algo de lo que el Gobierno carecía porque el Gobierno de Franco no tenía relaciones internacionales con prácticamente ningún país.
Entonces, estábamos aislados, éramos la anomalía de Europa y no del mundo, pero sí de Europa, por lo que era una especie de negocio que era un problema que se quitaban de encima. No obstante, en este caso, la operación Marta, el país del atardecer dorado, aquí lo que se pretendía era en convivencia entre la Iglesia católica española y la Iglesia católica irlandesa, que es la que estaba en Australia. Lo que pretendían era, primero, como hemos dicho, repoblar Australia y segundo pasarle por encima a la iglesia anglicana, que era la predominante en aquel momento. Por tanto, era una manera de aumentar, digamos, evangelizar en el catolicismo a todas esas personas que llegaban y hacer creciente la religión en el país que luego consiguieron en los años 70, cuando abrieron las puertas a la emigración de Latinoamérica.
«La operación Marta, es una operación que tiene un punto de crueldad que me parece que se debe conocer. Se tiene que conocer y la gente lo tiene que saber, por qué sí, viendo el anuncio que se ponía en el periódico, que era para ofrecer puestos de trabajo, para una oportunidad de negocio única, para cobrar mucho más de lo que se cobraba en España».
Al final la iglesia está detrás de todo…
Celia: Lo está ahora (entre risas). Siempre la iglesia, o la empresa, la multinacional, como dice Nieves Concostrina, una gran periodista. La multinacional está detrás de todo, absolutamente, y controla y ha controlado los destinos de muchísima gente a lo largo de la historia y lo sigue haciendo, desgraciadamente, lo sigue haciendo.
Como hemos comentado, en el avión se juntaban españolas, italianas, griegas, portuguesas y de la Unión Soviética. ¿Qué relación había entre ambos países para llevar a todas a Australia?
Celia: No de la Unión Soviética, no, no iba ninguna mujer, iban españoles, italianas, griegas, yugoslavas o húngaras, básicamente alguna portuguesa, pero portuguesas fueron muy poquitas. Sin embargo, no tenían ninguna relación, las relaciones eran la pobreza. La pobreza une más que ninguna creencia, política o que la raza es lo que más une a la gente. Y, cuando dos personas se unen en la pobreza y no tienen nada que ofrecerse, nada más que su amistad y su cariño, eso es lo que las unía, ¿no? El hambre, la pobreza y la necesidad de mantener a sus familias era el único nexo de unión, nada menos.

Dentro de la iglesia también hay gente que no está de acuerdo con ella, como, por ejemplo, la hermana Clara que ayuda a Elisa…
Celia: Bueno, no es que esté de acuerdo, pero digamos que la comprende, va un poco más allá de la misión que le ha sido encomendada de obediencia, ¿no? Que es algo que se debe los religiosos porque es uno de los votos que hacen todos los religiosos: el voto de obediencia. Entonces, claro, ella se da cuenta de cuál es el motivo de Elisa, para viajar desde tan lejos hasta Australia. No obstante, ella ve una forma de mucha ayuda, pero sí que es crucial ese acercamiento que hace entre Elisa y Otylia, la que acabará siendo su jefa para que ella pueda acercarse de alguna manera, físicamente, geográficamente, a donde tiene que ir, ¿no? En esa dirección que aparece en las cartas que le mandaba José Ramón. Porque claro, si ella se pone a buscar por su cuenta en Australia, en un país que es 15 veces mayor que la Península Ibérica, pues imagínate. Entonces, ella dice vale, tú tienes que ir a dónde se encuentra tu novio, tienes que ir hasta allí, y te voy a contactar con una persona. Voy a hacer que esta persona te contrate para que por lo menos se cierre tu radio de acción y puedas buscar y tenerlo un poquito más fácil. Ya que es la única manera que ella ve de ayudarla sin romper su devoción, su fe y sus votos, claro.
Parece que el destino de Elisa estaba entretejido…
Celia: Bueno, no sé sí entretejido, pero había hilos de muchos colores, eso sí te puedo decir entretejido (entre risas). Ella es ella la que teje su propio vestido, su propio abrigo, su propio manto, ¿no? Es ella la que se encarga, porque ella no cree en el destino, o sea, sí, bueno, pero el destino hay que empujarlo y hay que ir a por él. Por lo que ella se arma de valor y se embarca en esa aventura hacia no sabe dónde, hacia el fin del mundo, porque en realidad era el fin del mundo. El vestido lo tejía ella, pero sí que tenía muchos colores y bueno, al final, pues salió una bufanda muy colorida.
«El verdadero fin que iba soterrando, era el de que se casaran allí con otros trabajadores españoles o no, normalmente españoles, porque bueno, pues por afinidad y por paisanaje, eran de crear familias allí y tuvieran muchos hijos y que repoblasen el país».
Además, Elisa llega a la hacienda Santa Ana, dedicada a la caña de azúcar. ¿Por qué todo ese paraje?
Celia: Como era un destino muy común para los trabajadores europeos, era muy habitual la caña de azúcar. La caña de azúcar era un trabajo que, aunque ahora ya se hace todo con máquinas, ahora todo está mecanizado. Aunque, hay que tener en cuenta que las platas de caña dede azúca podían ser como el tamaño de mi pierna o tu pierna, o sean eran muy altas ¿no?
Y en los campos de caña de azúcar la fauna que había era peligrosa, porque podía matarte un cortecito chiquitín, en un dedo. Podía matarte porque había ratas, había arañas, había serpientes, había de todo. Entonces era un trabajo que estaba muy bien pagado porque ganaban mucho dinero, pero había veces que morían por infecciones muchísimas. El 20% de los trabajadores morían por infecciones y eran jornadas larguísimas. Además, trabajaban a destajo, ¿no? Recuerdo en la novela no sé si eran 5 toneladas al día lo que tenían que recoger, una burrada. Entonces, era un destino donde se necesitaba mucha mano de obra, precisamente por eso, primero porque había que tener mucha fortaleza física, y segundo, porque estaba muy bien pagado, claro.
Después, los recursos laborales eran malísimos…
Celia: Bueno, como en muchos sitios, ¿no? Todos los emigrantes, seamos de donde seamos, las condiciones laborales no son buenas, lo mismo que los españoles cuando hemos ido a otros países y lo mismo que los extranjeros cuando vienen a España a trabajar. ¿Qué condiciones laborales tienen? Pues pésimas, pero cuando hay una gran necesidad de trabajar, porque tú te has venido desde lejos. En este caso estamos hablando de España, Australia, pero ten en cuenta que aquí viene gente, por ejemplo, de África. O sea, hay gente que ya no les ponen un barco, ni les ponen un avión, vienen andando y se tiran 3 años, ¿no? Entonces, les da igual después de lo que han pasado. ¿Qué daño les vas a poder hacer? Sí, el dolor lo tienen ya, pero ellos, con tal de poder enviar un poco de dinero a su familia, pues, igual que decíamos nosotros, aguantábamos lo que fuera. Aguantábamos lo que fuera y los patronos, los jefes de las empresas, los empresarios se aprovechan de eso, se aprovechaban antes y se aprovechan ahora y se seguirán aprovechando desgraciadamente, si no cambia la cosa.
«Los dirigentes querían un Australia blanca, querían que la Australia fuese repoblada, pero por blancos, a los aborígenes, a los nativos, y a los australianos, de verdad los tenían en reservas y los tenían apartados porque no era bonito, aunque el racismo siempre ha existido».
Me ha gustado mucho el personaje de Gulara y Camila…
Celia: Son dos personajes con mucha personalidad. Siempre en mis novelas las protagonistas son mujeres y siempre tienen una escudera, ¿no? En el caso en “La maleta de Ana”, pues Ana, que es la protagonista, tiene a Mari Carmen. En el caso de Dorothy Levitt, tenía a Candela, y Teresa tenía a Vicenta. Sin embargo, en este caso quise mencionar los aborígenes porque me parece que también es importante el tema. Lo que pasa es que en esta novela no cabía, pero el tema de los aborígenes en Australia, ¿cómo han vivido? ¿Cómo se les ha intentado eliminar?, ¿Cómo se intenta hacer una limpieza étnica? ¿no? Precisamente no sé si fue el año pasado, pero fíjate tú que estamos hablando del 2024, se celebró un referéndum en Australia para ver si los aborígenes podían votar y salió que no. Por lo que, todavía no hemos avanzado nada, y todavía estamos en estas creencias.
Los aborígenes te refieres, por ejemplo, a los Kuku Nyungkal…
Celia: Los Kuku Nyungkal son una de las muchas tribus que había en Australia. Los Kuku Niungkal eran precisamente de la zona noroeste de Australia, la zona más tropical, más húmeda, ¿no? Pero hay unas lluvias tropicales, que son precisamente donde está el frente, está la gran barrera de coral. Bueno, pues los Kuku Nyungkal eran una de las muchísimas tribus que existían y que existen todavía en Australia. Son muchísimas tribus, muchísimos pueblos, que tienen una historia muy interesante, tienen una historia preciosa, pero muy desconocida. Y bueno, cómo se comunicaban entre ellos y cómo trazaban esos trazos de la canción de los que hablaba Bruce Edwin, pues también, he entrado un poquito, pero solamente he arañado porque eso tiene su propia historia.

Y con la recogida de madera para hacer guitarras también tienes un buen tema en el que poder desarrollar…
Celia: Bueno, eso es un guiño, eso está metido con calzador. Sinceramente, es cierto, ¿eh? O sea, en Melbourne hay una fábrica de guitarras que son de la marca Maton. Qué la madera la extraen de esa zona de una isla que se llama Magnética Island, que tienen una madera muy especial que solamente se da allí, que se le llama el árbol del pan o algo así. Además, esas guitarras se fabrican solamente con esa madera que viene de esa zona. Precisamente las metí, porque mi pareja es músico y tiene dos guitarras Maton. Y entonces, pues quise meter ese guiño y crear esa plantación, ¿no? En esa isla, en la costa de Queensland. Me pareció bonito, me pareció que es un guiño bonito y a ver cómo lo metía en la historia, pero bueno, no me ha quedado mal del todo (entre risas).
Por no desvelar mucho más de la historia, ¿Cuál es la unión que tiene el País Vasco con Australia?
Celia: Pues mucho, ya que los primeros vascos llegaron a Australia a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, ¿no? Cuando el gran éxodo de los vascos que emigraron a Venezuela, Estados Unidos y a un montón de sitios más y uno de los sitios era Australia. Hay una gran comunidad vasca en Australia, el pueblo que aparece en la novela Trebonne, que es un pueblo donde en los años 90 tuvieron un alcalde que era de origen vasco, y ese frontón que aparece en la novela en Trebonne, que es un frontón de pelota, ese frontón existe. Y ese frontón lo construyó un italiano porque luego este italiano, que tenía olfato de empresario, lo que hacía era que los domingos, cuando los vascos iban a jugar a pelota, él vendía bebidas, vendía bebidas o algo de comida y demás.
Es más, te voy a contar cómo un nexo que el actor Jacob Elordi, que es el que hizo de Elvis en la película Priscilla de Sofía Coppola es nieto e hijo de un vasco que emigró. De hecho, Elordi es un apellido vasco que emigró a Australia. Su abuelo emigró a finales de los años 50, con las 3 operaciones anteriores donde iban los hombres, y cuando ya consiguió instalarse se llevó a la mujer y al padre Jacob, que tenía 8 años. Entonces, Jacob ya nació allí y tal, pero él es de origen vasco, por eso he querido meter la hacienda Santa Ana. La Casa de Santa Ana es en realidad una réplica de una casa que existe en Vergara, en Guipúzcoa, que es donde yo nací, y que es la actual Biblioteca de Vergara, que es el Palacio Rotalde, pues he querido hacerle un guiño, ¿no?
Si me permites, hubo operaciones de emigración a Australia que se realizaron en muchos países. Pero uno de esos países fue Escocia. Escocia, e Irlanda, tradicionalmente países de emigrantes. No obstante, los hermanos Young eran 8 hermanos que fueron con sus padres. Montaron un grupo de heavy metal que se hicieron llamar AC/DC, entonces los hermanos Young llegaron a Australia, igual que los personajes de mi novela, a través de una operación parecida donde las familias se trasladaron o se instalaron a allí para vivir y para prosperar.
Otro de los personajes para tener en cuenta es Levandowsky que siempre tiene que haber un polaco por ahí dando mal…
Celia: Sí, era polaco. Bueno, era para meterle un poco de historia a los personajes, ¿no? Era para que los personajes no quedasen planos, porque yo necesitaba esa dualidad en el matrimonio. Y necesitaba un malo, un malvado claro, y Levandowski y Cox, que son el jefe y el esbirro, pues, que tuviese una historia detrás, de Levandowski, de Otylia y de toda su historia, que también es la de Ángelo, y bueno, pues, no vamos a desvelar nada más. Pero sí, Levandowski, es que al principio dudaba, porque digo Levandoski, me parece que es un futbolista, pero luego leyendo resulta que Levandowski es un apellido más común de Polonia, como aquí Fernández o González. Por tanto, pensé que no vamos a generalizar y vamos a ponerle Levandoswski que, aunque aquí con que se conozca a uno, sería viable.
Si tuvieras que identificarte con un personaje de la trama ¿Cuál sería y por qué?
Celia: Identificarme o cuál me gustaría ser, porque claro … (entre risas)
Identificarte, pero supongo que habrá algo tuyo en todos …
Celia: Pues mira, en todos los personajes hay algo mío. Eso es inevitable, y quien diga que no miente. ¿Cuál me gustaría ser? Pues Camila, porque Camila es independiente, es libre, tiene una educación muy progresista, muy avanzada, es hija de republicanos, no ha vivido en España, no ha vivido la dictadura. Bueno, pues es un personaje que lo hice con mucho cariño, porque a lo mejor es un poco un alter ego, no como hacen muchos autores.
Por último, Celia, ¿qué nos puedes adelantar de tus próximos proyectos?
Celia: Ay, pues mira, lo que se puede contar es que no voy a salir de España porque la primera me fui a Alemania, la segunda Inglaterra, la tercera la Unión Soviética y la cuarta Australia. En la quinta me voy a quedar en España. No voy a salir, pero también la protagonista será una mujer. Bueno, pues con personalidad, como todas las que intento yo dibujar en mis novelas y poco más. Además, estará ambientada a mediados del siglo XIX, pero poco más te puedo contar.
<<Para finalizar la entrevista, desde «Afondarenlacultura» damos las gracias a «Celia Santos» por su tiempo y dedicación, también por su libro «El País del Atardecer Dorado» y también estaremos atentos a sus próximos proyectos.>>